El 6 de septiembre de 1906 nació el doctor Luis Federico Leloir, ejemplo para generaciones de investigadores, y

cuyos descubrimientos fueron reconocidos con el otorgamiento del tercer Premio Nobel argentino (el segundo había sido otorgado a su maestro, el doctor Bernardo Houssay).
El Dr. Leloir estudió Medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA), aunque poco tiempo después de recibido, se inició de pleno en la investigación, en el Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UBA, dirigido por el doctor Houssay.
A fines de la década de los ’40, Houssay propuso a Leloir como director del Instituto de Investigaciones Bioquímicas-Fundación Campomar (en la actualidad, FIL, Fundación Instituto Leloir), creado el 7 de noviembre 1947. Dicho instituto, ubicado en una vieja casa en Julián Álvarez 1917, en la ciudad de Buenos Aires, estuvo integrado, además de Leloir, por los doctores Carlos Eugenio Cardini, Ranwell Caputto, Alejandro Paladini y Raúl Trucco, y al que se sumaron luego el doctor Enrico Cabib y el Dr. Horacio G. Pontis.
En el día de la inauguración del Instituto de Investigaciones Bioquímicas-Fundación

Campomar, el doctor Leloir, dijo: “….comienza sus actividades en un local pequeño y provisorio, pero esperamos que sean grandes su labor y su futuro”.
En 1970 la Academa Sueca de Ciencias otorgó el Premio Nobel de Química al Dr. Leloir por sus investigaciones que permitieron aclarar cómo se metabolizan los azúcares en el organismo, más precisamente, el mecanismo de biosíntesis del glucógeno y del almidón, polisacáridos de reserva energética de los mamíferos y las plantas.
En 1979, el Dr. Leloir, junto con el Dr. Pontis, crearon la Fundación para Investigaciones Biológicas Aplicadas (FIBA) para lo cual, él donó la mitad del premio Nobel como capital dotal de la Fundación. Leloir fue presidente de FIBA desde su creación hasta su fallecimiento en 1987.

El ejemplo del Dr. Leloir constituye una fuente de inspiración y estímulo para los jóvenes científicos de nuestro país, y las instituciones que él ha creado, como la FIBA, continúan su legado, impulsando la investigación científica, y el rol social de la ciencia.